sábado, 8 de noviembre de 2014

NO EXISTEN DIEZ MANDAMIENTOS, YA QUE SON DIEZ COMPROMISOS


¿Cuál es el auténtico camino hacia Dios? ¿La renuncia, como creen los yoguis? ¿Y el llamado sufrimiento? ¿Es el sufrimiento y el servicio la vía para llegar a Dios, como afirman muchos ascetas? ¿Ganaremos el cielo si «somos buenos», como enseñan tantas religiones? ¿O bien somos libres de actuar como queramos, de violar o ignorar cualquier norma, de dejar de lado todas las enseñanzas tradicionales, de sumergirse en la satisfacción inmoderada de todos los deseos, para así hallar el nirvana, como afirman muchos filósofos de la Nueva Era? ¿Cuál es el camino: unos patrones morales estrictos, o hacer lo que a uno le venga en gana? ¿Cuál: los valores tradicionales, o improvisar sobre la marcha? ¿Cuál: los Diez Mandamientos, o las Siete Etapas de la Iluminación?
Tienes una gran necesidad de que sea un camino u otro, ¿no? ¿No podrían ser todos ellos?
No lo sé. Es lo que te pregunto.
Te contestaré, pues, del modo que mejor puedas entenderlo; aunque déjame que te diga que la respuesta está dentro de ti. Se lo digo a todos aquellos que escuchan Mis palabras y buscan Mi Verdad.
Se manifiesta a todo corazón que se pregunte seriamente cuál es el camino hacia Dios; a cada uno le es dada una sincera Verdad. Ven a Mí por el camino de tu corazón, no a través del viaje de tu mente. Nunca Me encontrarás en tu mente.
Para conocer a Dios, has de apartarte de tu mente.
Pero tu pregunta requiere una respuesta, y no quiero alejarme de la cuestión.
Empezaré con una afirmación que te asustará, y que quizá ofenda la sensibilidad de mucha gente. No existen los diez mandamientos ni nada parecido.
¡Dios Mío! ¿No?
No. ¿Quién habría de mandarlos? ¿Yo? ¿Y para qué se necesitarían tales mandamientos? Cualquier cosa que yo quiera, es. N'est ce pas? Entonces, ¿para que hace falta mandar nada?
Y, si yo hubiera promulgado mandamientos, ¿no se cumplirían automáticamente? ¿Cómo podría querer que algo fuera tan mal que Yo lo mandara, y luego me sentara y observara que no era así?
¿Qué clase de rey haría eso? ¿Qué clase de gobernante?
Pero déjame que te diga que Yo tampoco soy un rey ni un gobernante. Soy, simple y asombrosamente, el Creador. Pero el Creador no gobierna, sino que sencillamente crea; crea y sigue creando.
Yo os he creado a vosotros -y os he bendecido- a imagen y semejanza Mía. Y os he hecho ciertas promesas y he establecido ciertos compromisos con vosotros. Os he dicho, en un lenguaje sencillo, qué pasará con vosotros cuando seáis uno conmigo.
Tú eres un buscador sincero, como lo era Moisés. También él, como sabes, se alzó frente a Mí pidiéndome respuestas. «¡Oh, Dios de Mis Padres -clamaba-, Dios Mío, dígnate mostrarte a mí. Dame una señal que yo pueda contar a mi pueblo! ¿Cómo podemos saber que somos los elegidos?»
Y Yo acudí a Moisés, tal como ahora he acudido a ti; con una divina alianza -una eterna promesa-, un compromiso cierto y seguro. «¿Cómo puedo estar seguro?», preguntaba Moisés quejumbrosamente. «Porque Yo te lo he dicho -le respondí-. Tienes la Palabra de Dios.»
Y la palabra de Dios no era un mandamiento, sino una alianza. Éstos, pues, son los...
DIEZ COMPROMISOS
Sabrás que has emprendido el camino hacia Dios, y sabrás que has encontrado a Dios, porque se darán estas señales, estas indicaciones, estos cambios en ti.
1. Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con toda tu alma. Y no tendrás más Dios que Yo. Dejarás de rendir culto al amor humano, o al éxito, al dinero o al poder, ni a ningún símbolo de éstos. Apartarás de ti esas cosas como un niño aparta los juguetes. No porque sean indignas, sino porque se te habrán quedado pequeñas.
Y sabrás que has emprendido el camino hacia Dios porque:
2. No usarás el nombre de Dios en vano. Ni me invocarás para frivolidades. Entenderás el poder de las palabras y de los pensamientos, y no pensarás en invocar el nombre de Dios de una manera impía. No utilizarás Mi nombre en vano porque no podrás hacerlo, puesto que Mi nombre -el Gran «Yo Soy»- nunca se usa en vano (es decir, sin resultado), ni puede usarse. Y cuando hayas encontrado a Dios, lo sabrás.
Y te daré también estas otras señales:
3. Te acordarás de reservarme un día, al que llamarás santo. Esto, para que lo que hagas no se quede en ilusión, sino que te haga recordar quién y qué eres. Y, luego, pronto llamarás a cada día Domingo, y a cada momento santo.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre; y sabrás que eres el Hijo de Dios cuando honres a tu Padre/Madre Dios en todo lo que digas, hagas o pienses. Y en la medida en que honres a tu Padre/Madre Dios, y a tu padre y tu madre en la Tierra (pues ellos te han dado la vida), así también honrarás a todo el mundo.
5. Sabrás que has encontrado a Dios cuando sepas que no asesinarás (es decir, que no matarás deliberadamente y sin causa), pues, aunque sepas que en ningún caso puedes acabar con otra vida (toda vida es eterna), no querrás poner fin a ninguna encarnación concreta, ni cambiar ninguna energía vital de una forma a otra, sin la más sagrada justificación. Tu nuevo respeto por la vida hará que respetes todas las formas de vida -incluyendo las plantas y animales-, y sólo las alterarás si es en aras de un bien mayor.
Y también te enviaré estas otras señales, para que sepas que te hallas en el camino:
6. No mancharás la pureza del amor con la falta de honradez y el engaño, puesto eso es adulterio. Te prometo que, cuando hayas encontrado a Dios, no cometerás adulterio.
7. No tomarás lo que no sea tuyo, ni cometerás fraude ni estafa, ni harás daño a otro para poseer algo, puesto que eso sería robar. Te prometo que, cuando hayas encontrado a Dios, no robarás.
Ni tampoco...
8 ... dirás algo que no sea verdad; y, por lo tanto, no levantarás falso testimonio.
Ni tampoco...
9 ... codiciarás a la esposa de tu prójimo; ya que, ¿por qué ibas a querer a la esposa de tu prójimo si sabes que todas las demás son tus «esposas»?
10 ...codiciarás los bienes de tu prójimo; ya que, ¿por qué ibas a querer los bienes de tu prójimo si sabes que todos los bienes pueden ser tuyos, y que todos los bienes pertenecen al mundo?
Sabrás que has encontrado el camino hada Dios cuando veas estas señales, pues te prometo que nadie que realmente busque a Dios hará estas cosas durante mucho tiempo; será imposible que continuara realizando estas conductas.
Estas son vuestras libertades, no vuestras restricciones; estos son mis compromisos, no mis mandamientos; puesto que Dios no manda sobre lo que ha creado, sino que simplemente dice a sus hijos: así es como sabréis que llegáis a casa.
Moisés preguntaba sinceramente: «¿Cómo puedo saberlo? Dame una señal». Formulaba la misma pregunta que tú planteas ahora. La misma cuestión que plantea todo el mundo, en cualquier lugar, desde el principio de los tiempos. Mi respuesta es igualmente eterna. Pero nunca ha sido, ni nunca será, un mandamiento. ¿A quién iba a mandar? ¿Y a quién iba a castigar si mis mandamientos no se cumplían?
Sólo a Mi mismo.
Entonces, no tengo que cumplir los Diez Mandamientos para ir al cielo...
No existe ese «ir al cielo» ni nada semejante. Sólo existe una certeza de que ya estás allí. Sólo existe una aceptación, un conocimiento; no un trabajo o un esfuerzo para merecerlo.
No puedes ir a un sitio si ya estás en él. Para hacerlo, tendrías que abandonar el sitio donde estás, y eso frustraría todo el propósito del viaje.
La ironía es que la mayoría de las personas creen que deben abandonar el sitio donde están para alcanzar el lugar adonde quieren ir. Así abandonan el cielo con el fin de alcanzar el cielo, cosa que hacen pasando por el infierno.
La iluminación consiste en entender que no hay ningún sitio adonde haya que ir, nada que se tenga que hacer, ni nadie que se tenga que ser, excepto precisamente quien uno está siendo en este momento.
Estáis haciendo un viaje a ninguna parte.
El cielo -como lo llamáis- no está en ninguna parte. Y, de estarlo, está aquí y ahora.
¡Todo el mundo dice lo mismo! ¡Al final me volveré loco! Si «el cielo está aquí y ahora», ¿cómo es que no lo veo? ¿Por qué no lo percibo? ¿Y por qué el mundo es la porquería que es?
Entiendo tu frustración. Es casi tan frustrante tratar de entender todo esto como tratar de hacer que alguien lo entienda.
¡Eh! ¡Espera un momento! ¿Intentas decirme que Dios puede sentir frustración?
¿Quién crees que inventó la frustración? ¿Imaginas acaso que vosotros podéis experimentar algo que Yo no pueda?
Te lo aseguro: cualquier experiencia que vosotros tengáis, Yo la tengo. ¿No ves que me estoy experimentando a Mi mismo a través vuestro? ¿Para qué otra cosa crees que es todo esto?
De no ser por vosotros, Yo no podría conocerme a Mí mismo. Yo os creé de modo que pudiera conocer Quién Soy.
Ahora bien, no quisiera destruir todas vuestras ilusiones sobre Mí de golpe; Así; te diré que en Mi forma más sublime, lo que vosotros llamáis Dios, no experimento frustración.

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