miércoles, 10 de febrero de 2010

ALGUNA VEZ TE PREGUNTASTE ESTO?



Deja de formular juicios contra ti mismo. Simplemente haz la lista.
Conforme. Bueno, aquí están las que se me ocurren en este momento.
1. ¿Cuándo «despegará» finalmente mi vida? ¿Qué necesita para «entrar en razón» y alcanzar un mínimo de éxito? ¿Terminará alguna vez esta lucha?
2. ¿Cuándo aprenderé lo bastante sobre las relaciones para que las Mías vayan como la seda? ¿Hay alguna manera de ser feliz en las relaciones? ¿Tienen que suponer siempre un reto constante?
3. ¿Por qué parece que nunca en mi vida puedo conseguir dinero suficiente? ¿Estoy destinado a apretarme el cinturón y pasar apuros económicos durante el resto de mi vida? ¿Qué es lo que me impide realizar mi pleno potencial en este aspecto?
4. ¿Por qué no puedo hacer lo que realmente quiero hacer con mi vida y a pesar de ello ganar lo suficiente para vivir?
5. ¿Cómo puedo resolver algunos de los problemas de salud que padezco? He sido víctima de bastantes problemas crónicos durante toda mi vida. ¿Por qué los sigo teniendo?
6. ¿Cuál es la lección kármica que se supone que debo asimilar aquí? ¿Qué intento aprender?
7. ¿Hay algo parecido a la reencarnación? ¿Cuántas vidas anteriores he tenido? ¿Qué fui en ellas? ¿Es real la «deuda kármica»?
8. A veces tengo la sensación de ser un médium. ¿Existe algo parecido a «ser un médium»? ¿Lo soy yo? La gente que afirma que lo es ¿«pacta con el diablo»?
9. ¿Es correcto ganar dinero haciendo el bien? Si yo decido realizar una obra de reconciliación en el mundo -la obra de Dios-, ¿puedo hacerlo y, a la vez, disfrutar de abundancia económica? ¿O bien ambas cosas son mutuamente excluyentes?
10. ¿Es bueno el sexo? ¡Vamos, que cuál es el meollo de esta experiencia humana! ¿El objetivo del sexo es puramente la procreación, como afirman algunas religiones? ¿Es cierto que la santidad y la iluminación se obtienen mediante la negación -o transmutación- de la energía sexual? ¿Es correcto practicar el sexo sin amor? La sensación física ¿es suficiente razón para justificarlo?
11. ¿Por qué hiciste del sexo una experiencia humana tan buena, tan impresionante y tan poderosa, si todo lo que debemos hacer es apartarnos de él todo lo posible? ¿Qué pasa? En este sentido, ¿por qué todas las cosas divertidas «o engordan o son pecado»?
12. ¿Hay seres vivos en otros planetas? ¿Nos han visitado? ¿Nos están observando? ¿Veremos alguna evidencia -irrefutable e indiscutible- de vida extraterrestre durante nuestra vida? ¿Cada forma de vida tiene su propio Dios? ¿Y Tú eres el Dios de todas ellas?
13. ¿Se realizará alguna vez la utopía en el planeta Tierra? ¿Se mostrará alguna vez Dios a las gentes de la Tierra, como prometió? ¿Habrá algo parecido a la Segunda Venida? ¿Habrá alguna vez un Fin del Mundo, o un apocalipsis, tal como lo profetiza la Biblia? ¿Hay una religión que sea la verdadera? Y si es así, ¿cuál de ellas?
Estas son sólo algunas de mis preguntas. Como he dicho, tengo centenares más. Algunas de ellas me resultan embarazosas: me parecen propias de alguien inmaduro. Pero, por favor, contéstamelas una por una, y «hablemos» de ellas.
Bueno.
Ahora empezamos. No te disculpes por esas preguntas. Son preguntas que hombres y mujeres se han estado formulando durante cientos de años. Si las preguntas fueran tan tontas, no serían formuladas por una generación tras otra. Así que vayamos a la primera de ellas.
He establecido leyes en el universo que te permiten tener –crear- exactamente lo que quieras. Dichas Leyes no pueden ser violadas, ni pueden ser ignoradas. Estás obedeciendo esas leyes ahora mismo, incluso mientras escribes esto. No puedes dejar de cumplirlas, pues es así como funcionan las cosas. No puedes apartarte de ellas; no puedes actuar al margen de ellas.
Cada minuto de tu vida has estado actuando dentro de ellas; y, así todo lo que has experimentado lo has creado tú.
Formas sociedad con Dios. Compartimos un convenio eterno. Mi compromiso para contigo consiste en darte siempre lo que me pidas. Tú compromiso consiste en pedírmelo; en entender el proceso de la petición y la concesión. Ya te he explicado antes este proceso. Lo haré de nuevo, para que lo entiendas de una manera clara.
Eres un ser triple. Te compones de cuerpo, mente y espíritu. También puedes denominarlo lo físico, lo no físico y lo meta-físico. Esta es la Santa Trinidad, y se la ha llamado de muchas maneras.
Lo que mismo que tú eres, también Yo lo soy. Me manifiesto como Tres-En-Uno. Algunos de vuestros teólogos lo han llamado Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Vuestros psiquiatras han reconocido también este triunvirato, y lo han llamado «consciente», «subconsciente» y «superconsciente».
Vuestros filósofos lo han llamado el «ello», el «yo» y el «súper-yo».
La ciencia lo llama «energía», «materia» y «antimateria».
Los poetas hablan de «mente», «corazón» y «alma». Los pensadores de la Nueva Era aluden a «cuerpo», «mente» y «espíritu».
Vuestro tiempo se divide en «pasado», «presente» y «futuro». ¿No podría ser lo mismo que «subconsciente», «consciente» y «superconsciente»?
El espacio se divide igualmente en tres categorías: «aquí», «allí» y «el espacio intermedio».
Definir y describir este «espacio intermedio» resulta difícil, escurridizo. En el momento en que empiezas a definirlo o describirlo, el espacio que describes se convierte en «aquí» o «allí». Sin embargo, sabemos que este «espacio intermedio» existe. Es lo que mantiene al «aquí» y al «allí» en su sitio; del mismo modo que el eterno ahora mantiene al «antes» y al «después» en su sitio.
Estos tres aspectos de tu ser son, en realidad, tres energías. Podrías llamarlas pensamiento, palabra y acción. Las tres juntas producen un resultado; lo que, en vuestro lenguaje y según vuestros conocimientos, se denomina un «sentimiento», o «experiencia».
Tu alma (subconsciente, ello, espíritu, pasado, etc.) es la suma total de todos los sentimientos que has tenido (creado). Tu conciencia de algunos de ellos se denomina «recuerdo». Cuando tienes un recuerdo, se habla de re-membrar. Es decir, juntar de nuevo. Reunir de nuevo las partes.
Cuando reúnas de nuevo todas tus partes, habrás re-membrado Quien Realmente Eres.
El proceso de creación se inicia con el pensamiento; una idea, concepto o imagen mental. Todo lo que ves fue una vez idea de alguien. Nada existe en vuestro mundo que no haya existido antes como pensamiento puro.
Eso es cierto también respecto al universo.
El pensamiento es el primer nivel de la creación.
A continuación viene la palabra. Todo lo que se dice es pensamiento expresado. Es creador, y emite energía creadora al universo. Las palabras son más dinámicas (por lo tanto, algunas pueden ser más creadoras) que el pensamiento, puesto que las palabras constituyen un nivel de vibración distinto de el del pensamiento. Trastornan (cambian, alteran, afectan) al universo, causando un gran impacto.
Las palabras constituyen el segundo nivel de creación.
A continuación viene la acción.
Las acciones son palabras en movimiento. Las palabras son pensamientos expresados. Las ideas son energías reunidas. Las energías son fuerzas liberadas. Las fuerzas son elementos existentes. Los elementos son partículas de Dios; porciones del Todo, la sustancia de todo.
El principio es Dios. El final es la acción. La acción es Dios creando, o Dios experimentado.
Tu pensamiento acerca de ti mismo es que no eres lo bastante bueno, lo bastante maravilloso, lo bastante puro, para ser una parte de Dios, para formar sociedad con Dios. Has negado durante tanto tiempo Quién Eres, que lo has olvidado.
Esto no ha ocurrido por azar; no es una casualidad. Forma parte de un plan divino, puesto que no podrías afirmar, crear ni experimentar Quién Eres, si ya lo fueras. Primero era necesario que rompieras (negaras, olvidaras) tu vínculo conmigo, con el fin de experimentarlo plenamente mediante su creación plena, mediante su surgimiento, ya que tu más grandioso deseo -y Mi más grandioso deseo- era que te experimentaras a ti mismo como la parte de Mí que eres. Así pues, estás en proceso de experimentarte a ti mismo creándote a ti mismo de nuevo en cada momento.
Al igual que Yo lo estoy; a través tuyo.
¿Ves la sociedad? ¿Comprendes sus implicaciones? Se trata de una sagrada colaboración; realmente, de una sagrada comunión.
Así tu vida «despegará» cuando decidas que lo haga. Hasta ahora no lo has decidido. Te has entretenido, lo has aplazado, has protestado. Ahora es el momento de que produzcas lo prometido. Para hacerlo, debes creer la promesa, y vivirla. Debes vivir la promesa de Dios.
La promesa de Dios es que tú eres Su hijo. Su descendencia. Su semejante. Su igual.
¡Ah!... aquí es donde el asunto se complica. Puedes aceptar lo de «Su hijo», «descendencia» y «semejante», pero rechazas ser llamado «Su igual». Aceptar eso es demasiado. Demasiada grandeza, demasiado asombroso; demasiada responsabilidad, puesto que, si eres igual a Dios, eso significa que nada se te da a ti, sino que todo es creado por ti. Ya no puede haber víctimas ni malvados; sólo resultados de tu pensamiento respecto a algo.
Te lo aseguro: todo lo que ves en tu mundo es el resultado de tu idea sobre ello.
¿Quieres que tu vida «despegue» realmente? Entonces, cambia tu idea sobre ella. Sobre ti. Piensa, actúa y habla como el Dios que eres.
Por supuesto, esto te alejará de muchos -de la mayoría- de tus semejantes. Te llamarán loco. Te acusarán de blasfemo. Finalmente se hartarán de ti, y tratarán de crucificarte.
Actuarán así; no porque piensen que tu vives en un mundo producto de tus propias ilusiones (la mayoría de los hombres son lo bastante amables como para permitirte tus diversiones privadas), sino porque, antes o después, otros se sentirán atraídos por tu verdad, por las promesas que ésta encierra para ellos.
Y es en este momento cuando intervendrán tus semejantes, porque será en este momento cuando empezarás a representar una amenaza para ellos, ya que tu sencilla verdad, sencillamente vivida, ofrecerá más belleza, más bienestar, más paz, más alegría y más amor hacia uno mismo y hacia los demás que todo lo que tus colegas terrenales puedan idear.
Y adoptar esa verdad significaría el fin de sus costumbres. Significaría el fin del odio y del temor, de la guerra y la intolerancia. El fin de todas las condenas y asesinatos que se han cometido en Mi nombre. El fin de «la ley del más fuerte». El fin de la lealtad y el homenaje por el temor. El fin del mundo tal como lo conocéis; y como vosotros lo habéis creado hasta ahora.
De modo que estate preparada, alma buena; puesto que serás vilipendiada y despreciada, insultada y abandonada, y finalmente te acusarán, te juzgarán y te condenarán -todo ello a su manera- desde el momento en que aceptes y adoptes tu sagrada causa: la realización del Yo. Entonces, ¿por qué hacerlo?
Porque ha dejado de preocuparte la aceptación o aprobación del mundo. Ha dejado de satisfacerte lo que ésta te ha aportado. Ha dejado de complacerte lo que les ha dado a otros. Quieres que cese el dolor, que cese el sufrimiento; que termine la ilusión. Estás harto de este mundo tal como es actualmente. Aspiras a un mundo nuevo.
Deja de aspirar a él. Ahora, haz que surja.
¿Puedes ayudarme a entender mejor cómo hacerlo?
Sí. Fíjate primero en tu Más Alto Pensamiento sobre ti mismo. Imagina cómo serías si vivieras ese pensamiento cada día. Imagina lo que pensarías, harías y dirías, y cómo responderías a lo que los demás hicieran o dijeran.
¿Ves alguna diferencia entre esta proyección y lo que piensas, haces y dices ahora?
Sí. Veo una gran diferencia.
Bueno. Debes verla, puesto que sabemos que en este momento no estás viviendo tu más alta visión de ti mismo. Ahora bien, una vez vistas las diferencias entre dónde estás y dónde quieres estar, empieza a cambiar -cambiar conscientemente- tus pensamientos, palabras y acciones, igualándolos con tu magnífica visión.

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